24 octubre 2023
Helio Carpintero Capell

El suicidio infantojuvenil. Un problema en la España de nuestro tiempo

Resumen de la ponencia

Uno de los padecimientos actuales, que preocupan grandemente al personal sanitario, a educadores, psicólogos y responsables sociales, a familias enteras, y a los medios de comunicación, es sin duda el dramático trastorno que ha crecido en tiempos recientes, el problema del suicidio infantojuvenil. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) un total de 3475 menores españoles (desde los 5 hasta los 19 años) han fallecido por suicidio en el periodo temporal de 1980-2020, lo que supone un promedio de 86 por año, casi 2 por semana. El año pasado 2022 murieron 84. La pandemia ha sido a todas luces un factor que ha determinado en buena medida ese número.

Un estudio de tres investigadores mexicanos, Morfin,et al. encontró que , en la muestra que examinaron, la mayoría de los niños y niñas conocía la palabra ‘suicidio’ gracias a Internet y televisión, y pensaban que las causas del suicidio infantil estaban en los problemas emocionales, especialmente los producidos en el maltrato en la familia y el acoso escolar. La fundación ANAR española, que busca hacer frente a este problema, ha encontrado que muchos de los niños que les contactan en busca de ayuda expresan recibir constantemente insultos y humillaciones por parte tanto de su madre como de su padre, infravalorándolos. Por otro lado, hay una amplia literatura que afirma que una de las principales causas del suicidio infantojuvenil se encuentra en el fenómeno del acoso o matonismo escolar, que cuando la agresión se produce a través de las redes sociales, se denomina ‘ciberacoso’ o ‘cyberbullying’.

Los investigadores han tratado de reconocer y destacar algunas posibles señales indicativas de la amenaza de un más o menos próximo y más o menos probable intento de suicidio en alguien del entorno. En el caso de menores y adolescentes, pueden ser bastante visibles, aunque también pueden resultar confundentes. Son muchos los trabajos donde se ofrece un claro resumen de lo que se suele llamar las “señales de riesgo de un intento de suicidio”. Entre ellas se cuentan los cambios bruscos de ánimo, un retraimiento social , un uso inmoderado del ordenador, así como una tristeza profunda, el rechazo a ir al colegio, un descenso notable del rendimiento académico, con pérdida de la concentración en el estudio. Tambien son relevantes la aparición de autolesiones, las referencias al tema del suicidio ,así como una búsqueda de información sobre el mismo.

Para procurar detectar esa posible ideación suicida, y su intento de realización, parece importante estar atentos a la vida de los adolescentes, y procurar detectar la aparición de una depresión. No todos los deprimidos se suicidan pero en general los suicidas comienzan deprimiéndose. Hoy hay instrumentos psicológicos fiables

para reconocer una depresión, y hay también programas para tratar de controlarla y irla superando.

Esa es una tarea en que los psicólogos pueden realizar una importante labor, con colaboracion de psiquiatras, educadores, y especialmente contando también con las familias. Y hay , igualmente, programas ya construidos para hacer frente al problema del acoso escolar, una tarea que requiere la cooperación de los responsables de los centros educativos, así como de los alumnos, cosa que requiere trabajar para crear una mentalidad de rechazo al matonismo en la escuela.

Niños y adolescentes terminan buscando el suicidio cuando viven situaciones emocionalmente insoportables, y no tienen ayuda de adultos que les permita librarse del elemento agresor que les hace sufrir. Lograr poner fin a esos sufrimientos es un problema que la sociedad tiene que abordar, porque quienes lo padecen representan el futuro del país, y se encuentran inermes ante la agresión que no pueden detener. La toma de conciencia del problema es un deber moral y político, como tambien lo es buscar una solución eficiente.