14 noviembre 2023
Andrés Ollero

La laicidad en el difícil diálogo filosófico-jurídico italiano

Resumen de la ponencia

El. Sr. Ollero Tassara planteó el problema de la laicidad en el contexto del difícil diálogo de la filosofía jurídica italiana, contraponiendo los argumentos de Luigi Ferrajoli con las referencias al problema del recientemente fallecido Francesco D’Agostino.

            Ferrajoli, que considera a la laicidad como una herencia de la tradición ilustrada nunca del todo recibida, no deja de reconocerla como un invento cristiano, partiendo de la distinción entre las deudas con el César y con Dios. D’ Agostino prefiere hablar de juristas católicos que de católicos juristas, como síntoma de laicidad, ya que lo justo y el bien no son confesionales sino humanos. La pretensión de privatizar la fe le parece más bien premoderna, por precristiana, heredera un paganismo convencido de que los dioses no tenían interés alguno por nuestro mundo.

            Ferrajoli defiende la neutralidad de los laicos, ajena a todo apoyo jurídico o heterónomo. D’Agostino funda la laicidad sobre la aceptación de las potencialidades del mundo, autónoma respecto a la esfera eclesiástica, pero no respecto al orden moral.

            Mientras Ferrajoli suscribe una ética sin verdad, D’Agostino la vincula al logos, dando paso a una razón práctica. Ello paso a una dispar actitud hacia el iusnaturalismo, que -para el primero- pretende imponer una determinada religión, mientras el segundo considera su cometido poner al derecho frente al tribunal de la razón.

            El embrión se convierte para ambos en punto de referencia. Para Ferrajoli solo merece tutela si y solo sí es pensado o querido por la madre.. D’Agostino detecta en ello un individualismo antijurídico, al negar la paridad ontológica entre seres humanos. El derecho ha de defender al individuo, no solo de los otros sino también de sí mismo.

            Para Ferrajoli no hay un derecho al aborto, como libertad positiva, sino un rechazo de toda coerción a la hora decidir ser madre. Para D’Agostino el aborto elimina el resto de sacralidad del mundo laico, que hacía respetable su actitud crítica.

            D’Agostino estima que la alergia del laicismo a la iglesia es consecuencia del desconcierto, al tratarse de una institución que pretende estar en la historia, transcendiéndola a la vez. En línea con Habermas, Rawls o Tocqueville considera indispensable su papel de animación de la vida social. Mientras que el cristiano hoy teme frecuentemente ser considerado fundamentalista y opta, sin reconocimiento alguno, por una democracia meramente procedimental ajena a valores.