Inició su intervención mencionando la intensa atención que la Academia de Ciencias Morales y Políticas prestado ya al problema de la pandemia. Buena prueba es que una docena de sus miembros han hecho ya aportaciones sustantivas en este campo con sus artículos y libros, además de promover la edición de números monográficos de las revistas que dirigen. La ponencia abordó aspectos no centrales de los aludidos estudios en cuatro apartados. En la primera se refirió a la pandemia y sus circunstancias en España, al que calificó como uno de los veinte episodios más mortíferos de los últimos 700 años y, desde luego, el acontecimiento colectivo más importante de estas primeras décadas del siglo XX, que según las estimaciones de The Economist cifran los fallecidos en todo el mundo entre 7 y 12,7 millones de personas, número mucho más alto de lo que las cifras oficiales de todo el mundo. En España en junio de 2021 las cifras oficiales contabilizan 80.000 fallecidos pero estimaciones razonables incrementan hasta 100.000 el número de muertos ocasionados por esta pandemia. Comparó estas cifras con las de la epidemia de Gripe, conocida mundialmente como española, de 1918-1919 que ocasionó en nuestro país unos 250.000 muertos, pero su incidencia fue muy diferente. Como la población total de aquellos años era la mitad de la actual, la mortalidad adaptada a la población de España hoy podría estimarse en unos 500.000 fallecidos; pero lo peculiar es que aquella epidemia afectó sobre todo a personas jóvenes y la crisis económica no fue extrema. Justo lo contrario sucede hoy, cuando la pandemia ha incidido sobre todo en adultos y pero con una aguda crisis económica simultánea. En comparación con la mencionada «gripe española», como se la llama en todo el mundo, censuró la desaparición de la denominación de «virus chino», como se conoció al principio, suprimiendo la referencia a China, cuando es unánime el juicio de que el virus surgió allí, y además sí se utilizan referencias a países en el caso de variantes o cepas como la británica, brasileña, India, surafricana etc.

Hizo referencia luego a la gestión de la pandemia en España, al retraso en hacerle frente oficialmente y las críticas y censuras políticas que han suscitado en la opinión pública. Así, según la encuesta del CIS de octubre de 2020, la institución que más ha empeorado la valoración por la gestión de la pandemia, es el Gobierno de España para el 60 % de los entrevistados.

Pasó con brevedad a la segunda parte dedicada a enumerar el contexto analítico de los efectos de la pandemia. Las consecuencias que pueda producir vienen condicionadas por el propio contexto que va desde el hundimiento y velocidad de recuperación de la economía; el logro del control efectivo de la pandemia, en España y otros países; la agilidad, acierto y eficacia del reparto por el Gobierno -en España, aunque en otros países intervendrán Comisiones de Expertos- de las ayudas económicas europeas; y el propio futuro de la pandemia y sus vacunas que nadie pronostica de manera tajante.

El centro de su intervención fue el siguiente apartado, abordando el examen de esos efectos en varios ámbitos concretos. Así pasó revista a la incidencia en las familias; en algunos aspectos de la vida cotidiana, en el teletrabajo, en algunas dimensiones de las desigualdades y en sus efectos políticos, destacando que todas las catástrofes son siempre políticas porque de suyo son imprevistas e imponen estrategias novedosas de actuación y sitúan en una posición estructuralmente compleja para el objetivo de lo que desde Maquiavelo se sabe que es el objetivo prioritario del político: durar. Aludió al reforzamiento del poder de China, la mejora de la valoración de la Unión Europea, y examinó tres dinámicas concretas observables durante la pandemia: el individualismo, el nacionalismo y localismo, las amenazas a la libertad por los usos de la situación de alarma por el Gobierno, y el rechazo a lo privado con que se ha gestionado la pandemia.

Por último en el epílogo destacó la necesidad de una profunda evaluación independiente de la pandemia -en sus aspectos sanitarios, actuación y coordinación entre los Gobiernos Autonómicos y nacional, lagunas en las normas jurídicas de la situación, sistemas de apoyo inmediatos a los damnificados- porque es imprescindible adaptar al país a los riesgos que pueden repetirse, por una u otra causa. Y sin el análisis crítico de lo sucedido y sus lagunas, nunca se podrá actuar correctamente.