Desde hace tiempo está teniendo lugar un proceso de globalización científico-tecnológica que ya ha modificado sustancialmente las condiciones de los mercados laborales en todo el mundo. Las previsiones más fiables indican que lo seguirá haciendo mucho más en los próximos decenios. La utilización masiva de la inteligencia artificial y la robótica permitirá (mejor dicho: obligará a) asumir por medio de máquinas buena parte de las tareas que todavía hoy desempeñan los seres humanos.
Como el sentido de toda la actividad económica es producir bienes y servicios, así como distribuirlos con justicia y eficacia, se plantea el desafío de reorganizar con urgencia los sistemas para asignar las cargas de trabajo y las remuneraciones que estarán vigentes en el futuro. Hasta hace muy poco el perfil laboral de un individuo definía en buena parte su personalidad ética y su identidad ciudadana.
No está nada claro cómo podrán lograrse perfiles biográficos social y personalmente valiosos en una civilización dominada por el ocio. En esta ponencia se explora —sin demasiadas ilusiones de que pueda dar lugar a un programa de actuación realista— la capacidad de un sistema educativo profundamente rediseñado para ayudar a superar esta incierta transición, potenciar las virtualidades positivas de la actual coyuntura y minimizar las negativas.