Jesús González Pérez, examinó hasta que punto puede considerarse racista el ideario de SABINO ARANA partiendo de los pensamientos seleccionados en un libro que se editó en Bilbao en 1932, “con motivo de las bodas de oro del Nacionalismo vasco, “con el título De su alma, y de su pluma y el subtítulo de “Colección de pensamiento seleccionados en los escritos del Maestro del Nacionalismo vasco”, en el que no figuraba pie de imprenta alguna. En 1.965 se publicó una nueva edición, garantizada –según se dice en la contraportada– por la Delegación del Frente nacional Vasco de Caracas. Como destacó al comenzar su disertación: “Mi exposición no va a ser crítica. No trato de enjuiciar el ideario de Arana. Trato simplemente de ofrecer un resumen de lo que para él significó la raza vasca, en lo posible reproduciendo literalmente sus textos para que no se me pueda acusar de deformar su pensamiento”. «En la portada del libro aparece la siguiente recomendación: ZUBALDU NACIXU. “Repandez moi: Difundidme”. Pues bien es lo que pretendo con mi intervención».

            La raza vasca “singular por sus bellas cualidades” y degenerada por haberse mezclado con la española o maketa, es el tema central del pensamiento de ARANA- Se resume en estas palabras que dirige a sus compatriotas: “Vuestra raza, singular por sus bellas cualidades, pero mas singular aun por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española, ni con la francesa, que son sus vecinas, ni con raza alguna del mundo, era la que constituía vuestra PATRIA BIZKAYA, y vosotros, sin pizca de dignidad y sin respeto a vuestros padres, habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa, os habéis hermanado y confundido con la raza más vil y despreciable de Europa y estáis procurando que esta raza envilecida substituya a la vuestra en el territorio de vuestra Patria”. Y, precisamente por estar hermanados por los lazos naturales de la raza los pueblos de Alaba, Bizkaya, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra, Nabarrobera y Zuberoa, estas regiones están llamadas a formar una Confederación.

            Son muchos los pensamientos de ARANA dedicados a exaltar la raza vasca y su lengua el “euskera”, que “no vale considerar meramente como una hermosa lengua, digna de ser cultivada en la literatura”, sino que es “el broquel de nuestra raza, y contrafuerte además de la religiosidad y moralidad de nuestro pueblo”.                      

            Es de destacar la diferente política lingüística del nacionalismo vasco y del catalán que ARANA se preocupa de señalar insistentemente en muchos de los pensamientos recogidos en el libro, como por ejemplo, los siguientes:

            55.- En Cataluña todo elemento procedente del resto de España lo catalanizan, y les place a sus naturales que hasta los municipales aragoneses y castellanos de Barcelona, hablen catalán; aquí padecemos muy mucho cuando vemos la firma de un PEREZ al pie de unos versos euzkericos, oímos hablar nuestra lengua a un cochero riojano, a un liencero pasiego o a un gitano, o cuando al leer la lista de marineros o náufragos de Bizkaya, tropezamos con apellido maketo.

            56.- Los catalanes quisieran que, no sólo ellos, sino también todos los demás españoles establecidos en su región hablasen catalán; para nosotros sería la ruina el que los maketos residentes en nuestro territorio hablasen euskera.

            57.- Para los catalanes sería una gloria el que el Gobierno español designase al idioma catalán para lengua oficial de toda España; al paso que si eso hiciera con el euskera, sería para nosotros el golpe de inevitable muerte asestado por la diplomacia más refinada.

            Y ¿cuáles han sido las causas de la degeneración de esta raza de tan férrea constitución y tan nobles atributos?. Se dice y repite una y otra vez en estos pensamientos:

            “El yerro de los bizkainos de fines del siglo pasado y del presente, que ha causado la ruina de nuestra Patria, es el españolismo. Españolismo ha habido en nuestros gobernantes; españolismo en nuestros historiadores; españolismo en nuestros juristas, y de españolismo ha estado inadvertidamente inficionado el pueblo bizkaino en general, que de aquellas fuentes proveía a su inteligencia” (164).

            Pero la desgracia del pueblo vasco no provienen tan solo del roce con los españoles. Proviene también del liberalismo, al que Arana dedica pensamientos con no menos crudeza de expresión.

                              “El masonismo o liberalismo no ha penetrado en nuestra Bizkaia por sí solo, ni se ha   aplicado aún a nuestras instituciones.

                    Hase introducido con el extranjerismo, mejor dicho, remolcado por él. De suerte que si aquí no se hubiese adoptado la política genérica del                    españolismo no hubiera tam- poco prosperado el liberalismo, que caracteriza a varias de sus especies” (191).

                         “El Partido liberal es esencialmente antibizkaino, pues acá se originó en aquella pre tensión que a principio de este siglo sostuvieron algunos malos bizkainos, de aplicar    en nuestra Patria la constitución española de Cádiz” (327).

           

            A la vista de los textos que resumió, dijo: parece que resulta muy difícil negar que fuera racista el pensamiento de Sabino Arana. Sin embargo, haciendo abstracción de algunas de sus proyecciones, sí es posible negar cualquier parecido del racismo de ARANA con las brutales manifestaciones de los racismos del siglo XX. Entre otras razones porque, como él mismo reconoce al tratar de la depuración de la raza vasca, después de bastante más de dos siglos de españolismo, son muchos los Pérez, García o cualquier otro propiamente español que no aparezca entre los apellidos –y primeros apellidos– de los actuales habitantes de Euskadi. Pero sobre todo, porque tal concepción de racismo repugna al catolicismo, inseparable del nacionalismo vasco. Como dice en el pensamiento nº 225 “proclamo el catolicismo para mi Patria, porque su tradición, su carácter político y civil es esencialmente católico.  Si no lo fuera, lo proclamaría también; pero si  mi pueblo se resistiera, renegaría de mi raza; sin Dios no queremos nada”.

            Precisamente por ese catolicismo que profesaba, se encontró con dificultades para justificar el odio al español, en forma tan crudamente expuesta como en los pensamientos que se han seleccionado en el libro en que se ha concretado mi exposición de hoy.

            La crudeza de las expresiones que a veces se emplea, en especial en los artículos aparecidos en la publicación “Bizkaitarra” se justifica así:

“Todos, o la mayoría de los pensamientos sacados de esta publicación se distinguen por su forma cruda de expresión, que a veces adquiere caracteres de dureza hoy casi inconcebibles; pero debe tener en cuenta el lector las circunstancias que rodeaban a Arana-Goiri en aquel entonces, su posición ante el pueblo bizkaino y vasco de aquella época y objetivo que se proponía conseguir un hombre solo, un patriota solo cuya empresa, meditada con absoluta serenidad y decidida con voluntad inquebrantable, tenía que comenzar por despertar la conciencia nacional del vasco, aletargada secularmente por el desconocimiento absoluto de la propia personalidad y por la terrible españolización en ideas y costumbres que había puesto a Euzkadi al borde del sepulcro”

           Palabras que se reproducen literalmente en Tomo I de las Obras completas (Ed. Sendoa Argitalaria, Donostia, 1980, Tomo I, pág. 161), con nota del Editor, al comenzar el texto de los artículos publicados en “Bizkaitarra”.

            Terminó con estas palabras:

            Y esto es, señores, lo que para Sabino Arana Goiritar era la raza vasca; las causas de su degeneración y el procedimiento para su regeneración, tal y como esta literalmente expuesto en  la selección de sus pensamientos incluidos en el librito, tan poco conocido, que sus autores titularon “De su alma y de su pluma”.